Ya casi no sorprende ni aterra. Nos acostumbramos. El domingo pasado la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF, quién más) lanzó al espacio el NRO L-32, un satélite militar espía de enorme tamaño, tanto que requirió del cohete Delta IV Heavy (también el mayor y más potente de su especie) para alcanzar la órbita, y tanto, que de entrada se convirtió en el satélite más grande del mundo.
El NRO estará dedicado al diseño, producción y manejo de todos los satélites de reconocimiento de Estados Unidos y pese a que no se ha emitido información oficial al respecto, se estima que es un satélite de espionaje y estará ubicado sobre el ecuador con una antena del tamaño de un campo de fútbol.
Que no se aclaren los propósitos de semejante aparato puesto en el espacio es verdaderamente inquietante y me recuerdan la frase “el Gran Hermano te está observando”. Inevitablemente se me vienen a la cabeza imágenes del gobierno estadounidense y este tipo de misiones, porque claramente la motivación detrás de estas movidas no tiene nada que ver con los efectos del cambio climático ni la meteorología…
¿Qué tipo de información te parece que irá a recolectar este aparato? Por lo pronto, yo decidí que me portaré muy bien al aire libre.